Me encuentro mal. La sarampión no para. Esto va cada vez peor y peor. La gente de mi alrededor se preocupa por mi situación. Al fin, calma. Me he recuperado gracias a los medicamentos. Parece que todo va bien. De repente, silencio. ¿Qué ha pasado? No entiendo nada. La respuesta del médico es clara y concisa: hipoacusia de más del 90%, efecto secundario de la medicina que he estado tomando para la medicación.
Ahora tengo 5 años, he empezado a ir al logopeda y parece que funciona poco a poco. Mi madre nos saca adelante a mi hermana y a mí como puede.
Ha pasado el tiempo, ahora tengo 12 años. Entro en la adolescencia. “Es una montaña rusa de emociones” me habían dicho. Bueno, supongo que eso será para el resto, porque yo no tengo más que obstáculos. Los niños en clase son muy malos. No entienden que tengo esta condición, lo único que quieren es tener alguien de quien reírse. Ja. Ja. Ja. El otro día ya me harté y me enfrenté a un gracioso, a ver si vuelve. Todo el mundo tiene su grupo para salir y hacer planes. ¿Por qué yo no? ¿Qué tengo de malo? He empezado a ir al psicólogo, los profesores se han empezado a quejar de que tengo problemas de nervios, atención y actitud. Si ya era difícil tener esta condición de por sí, por mucho que los médicos ayuden, parece que el mundo no pone de su parte.
Es 2020. Navidad. Tengo COVID. Me ha causado acúfenos, cada vez más metálicos y molestos. Encima, cada vez escucho menos. Por muy buenos consejos que me dé el médico, una consulta de 5 minutos no es suficiente, digan lo que digan.
Ahora estoy con implante coclear hecho, que hasta la segunda operación no ha funcionado, y a esperas de ver qué pasa con el otro oído. Trabajo en la secretaría del conservatorio de música de Salamanca, lo cual se agradece porque la música siempre me ha gustado (aunque soy más de rock y metal, pero bueno). También soy aficionado a la astronomía y la informática. Dios, podría estar horas hablando sobre la Inteligencia Artificial. Los problemillas con la gente siguen ahí. A veces siento que canso por no entender muchas cosas a la primera cuando me las dicen. Además, resulta muy agobiante estar pendiente de todo y duele no reconocer las voces de las personas por la calle. Me he vuelto bastante independiente. Mi mayor problema es la desconfianza en mí mismo, aunque cada vez lo llevo mejor. Mientras, sigo yendo cada x tiempo al médico, pero ya cansa que me digan que estoy algo limitado. ¿Acaso una persona puede hacerlo absolutamente todo? ¿Puede respirar en el espacio? No, ¿verdad? Todos tenemos algo de discapacidad
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